Artistas extravagrandes V
Andy Warhol tenía un método peculiar para mantenerse
a dieta. Cuando iba a un restaurante pedía todo lo que no le gustaba, por lo
que se dedicaba a hurgar en la comida mientras los otros comían. Pero al
terminar le pedía al camarero que se lo preparaba como comida para llevar,
comida que al salir del restaurante dejaba tirada en una esquina porque, según
él, en Nuevo York mucha gente pasaba hambre.
Warhol, al hablar de su vida,
solía dar información distinta a los distintos medios a los que se la daba.
Preguntado por esa rareza, contestaba que así sabía de qué medio procedía la
información que tenían sus conocidos. Ello le informaba de qué leían los que se
encontraban con él.
Hasta que le dispararon, Warhol
tenía la impresión de que siempre estaba viendo la televisión en ver de vivir
una vida real.
Creía
que el sólo hecho de vivir era suficiente trabajo. Nacer era para él como haber
sido secuestrado y luego vendido como esclavo, pues nunca se deja de trabajar,
incluso cuando se duerme.
También consideraba trabajo
el tener sexo, es decir, el estar revestido con una conciencia sexual. Lo que no
sabía muy bien era si resultaba más trabajo para un hombre ser un hombre, para
un hombre ser una mujer, para una mujer ser una mujer o para una mujer ser un
hombre. No lo sabía, pero por lo que observaba decía que los que se
consideraban más trabajadores eran los hombres que intentaban ser mujer, porque
trabajaban el doble al no saber a qué carta quedarse: afeitarse o no afeitarse,
flirtear o no flirtear, comprarse un tipo de ropa u otro, etc.
Warhol aseguraba que su tarea
favorita era comprarse ropa interior. Aseguraba que si veías a una persona
comprar su ropa interior, la comprenderías mejor. Decía que prefería ver a un
famoso comprar su ropa interior que leer un libro que hubiera escrito. No
entendía a esas personas que enviaban a otro a comprar su ropa interior. Podía
entender no llevar ropa interior, pero ¿no comprarla? Para Warhol nada se podía
comparar a comprar ropa interior.