Zen
para pardillos
De
Tiang Chin Gao
Acaba
de aparecer un libro de nombre sugestivo y que deseo dar a conocer. En
cualquier librería, si usted se acerca a la sección de libros orientales, verá
un cartel que le advierte:
CUÍDATE
DE IMITACIONES BARATAS
VEN
AL VERDADERO ZEN
Tiang
Chin Gao:
“Zen
para pardillos”
Me imagino que ustedes están
familiarizados con esa filosofía oriental que se denomina zen, esa mística de
raíces budistas en la que, sentados en la posición del loto (za-zen), sus adeptos rumian acertijos
paradójicos que ellos denominan koans
para, con su ayuda, despejar la maraña de pensamientos que enredan la mente y,
mediante un sutil golpe de percepción, alcanzar la iluminación o satori, ese nadar ontológico en las
ondas de la propia nada.
Sí,
hombre, el zen es esa filosofía que ha hecho célebre el acertijo:
¿Cuál es el sonido de una sola mano
aplaudiendo?
(y
al que, siendo un poquito irrespetuosos, se podía responder: ¿aplaudiendo
contra qué? ¿Contra la mejilla del maestro, contra los átomos que forman esa
abstracción del vacío que denominamos aire?)
Para
que se familiaricen con esta filosofía, nada más apropiado que el libro de Tiang
Chin Gao que hoy les presento. Allí encontrarán anécdotas típicas de este tipo
de enseñanza, como las siguientes:
Æ El maestro Lin Piao paseaba cierta
vez por el monasterio cuando observó a un novicio que estaba meando contra un
muro mientras silbaba. El maestro llamó al discípulo y le habló así:
-
Si silbas mientras meas tienes dos mentes donde una sería suficiente. Si tienes
dos mentes estás en guerra contigo mismo. Si estás en guerra contigo mismo, es
fácil para una fuerza externa derrotarte. Esta es la razón de que Mong-tse
escribiera: “Un hombre debe destruirse primero a sí mismo antes de que otros le
destruyan”.
El
discípulo asintió. A partir de entonces, cada vez que mea contra un muro, mira
primero que no se halle por allí el pelma del maestro.
O esta otra:
Æ En el monasterio de Liang Shi un
novicio fue a ver al maestro Chu Lin y le preguntó lleno de dudas:
-
Maestro, ¿cree que puedo llegar a alcanzar la iluminación?
El
maestro se acercó a él, le agarró los testículos con una mano y le dijo:
-
Di 33.
-
48 -contestó el novicio con voz tomada por el dolor.
El
maestro soltó los testículos del discípulo y replicó:
-
Sí, puedes alcanzarla.
El objetivo último del libro de Chin
Gao es mostrar que este tipo de filosofía no sólo se encuentra en los
monasterios de extremo oriente, ni la iluminación depende de ver a un maestro
con un pollo muerto amarrado a la cintura, o del chasquido sigiloso de una
sandalia. Chin Gao proclama que el espíritu del zen se encuentra allí donde nos
topemos con paradojas que nos hagan pensar y despejar la mente. Y pone de
ejemplo esa frase que pronunció Jean Cocteau:
Si mi casa se prendiera fuego y tuviera
que salvar una única cosa, salvaría el fuego.
Y
aquella otra frase tan alejada del componente ovejuno de la vida conventual, que
el autor vio escrita en un váter de un país extranjero:
Un hombre sin Dios es como un pez sin
bicicleta.
Una
frase, confiesa, que si no le iluminó, si consiguió quitarle el estreñimiento
crónico que por aquel entonces padecía. También aprecia el autor un fondo zen
en esa frase que a alguien se le ocurrió seguramente en un momento de
inspiración:
Túmbate,
creo que te amo
Frase,
si no digna de conseguir la iluminación, sí al menos un orgasmo.
Para
Chin Gao da igual que el zen se manifieste en los monasterios o en un retrete. El
lugar no cuenta, ni las circunstancias. A lo largo del libro el autor se recrea
con historias que parecen estar dirigidas, o elucubradas por, parvenús del
conocimiento, lo que coloquialmente se conoce como “pardillos”. Pues esa es la
impresión que dan tanto los novicios como los maestros que se consagran con
tanto ahínco a darse en diálogos sin sentido. “¿Quién puede dudar”, nos dice el
autor en su prólogo, “que los ejemplos que nos proporciona este tipo de
enseñanza es de una simplicidad de pardillo, simplicidad que permite
normalmente al aspirante alcanzar la iluminación?”
Este libro de título
honesto recoge los mejores diálogos de la tradición budista zen. En Zen
para pardillos podréis disfrutar con historias de corte paradójico y
además, si tenéis suerte, y constancia, alcanzar la iluminación. Porque no se
engañe el lector, todos somos pardillos de la vida, que sabe más y tiene la
costumbre de dejarnos mostrando nuestras pudibundeces filosóficas a la menor
ocasión.
Compra
este libro, no seas pardillo, no dejes pasar esta oportunidad. Y si lo eres,
esto es, un pardillo, cómpralo con mayor razón, pues va dirigido a ti.
Lambert O’Really
Crítico de su Majestad
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