Salteado de curiosidades
pseudoludoliterariolingüísticas
XI
§
Estando en Malasia, enfermo en un hotel, Pablo Neruda quiso escribir un
telegrama urgente a su país, y tocó el timbre para pedir tinta. Acudió presto
un sonriente javanés. No sabía inglés. Neruda desconocía el holandés y el
malayo. Pidió tinta por gestos y después de un rato volvió el sirviente con un
lápiz. El poeta repitió los gestos, acompañados de la palabra ink. Volvió el
empleado entonces con otros varios malayos sonrientes, todos con sus turbantes
y con su ropa inmaculada y todos ellos hacian conjeturas, tal vez sobre la
medicina que pensaban que estaba pidiendo. Pero Neruda quería tinta para
escribir su telegrama e, impaciente, se levantó de la cama como pudo y bajó al
salón. Allí se dirigió hacia donde un señor leía su periódico junto a un hermoso
tintero y una pluma. Neruda los tomó y se los mostró al coro de sirvientes
oceánicos y, enseñándoles el tintero, les repitió con furia: this, this. Entonces ellos, con una
sonrisa angelical y mirándose unos a otros, exclamaron: «¡Ah!... tinta”. Desde
entonces Neruda supo que en Java y en idioma malayo, la tinta se llama tinta.
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