De
las religiones, el budismo es la más cómoda. El budismo y sus subproductos son
las únicas religiones no proselitistas. Su credo viene a ser sencillo y sus
ceremonias fáciles de seguir. Es una religión que tiene lo que deberían tener
todas las religiones: amor, poesía y duda. Sus practicantes son cual junco
abatido favorable al céfiro, capaces de interrumpir la meditación si cruza el
aire quieto una bandada de mariposas en zig-zag. A mil años luz celestiales de
esas sectas que obligan a santiguarse, levantarse, arrodillarse, confesarse,
inclinarse hasta dar con la cabeza en el suelo, a cantar, a darse la mano, a
darse cabezazos contra un muro o fajarse un chaleco con explosivos. Al budista
le basta una túnica azafrán y una escudilla. Ah, y un buen corte de pelo,
preferentemente al rape. Kafka se quejaba de que en su sociedad sólo se rezaba
a un único grupo de divinidades: los dientes apretados. Las religiones
orientales como el budismo o el taoísmo se parecen más a lo que Alan Watts
denominaba una verdadera religión: la transformación de la ansiedad en risa. Lo
contrario de las tres religiones monoteístas de nuestro entorno, llenas de tristeza,
crispación, odio y beligerancia. ¿Cómo se puede seguir a una religión cuyo dios
es capaz de crear un lugar como el infierno, una religión que afirma y sostiene
en su doctrina que si un niño de diez años dice una mentira y luego muere, su
dios le hará arder en el infierno para siempre? ¿O esa religión cuyo dios, en
un ataque de ira, mandó matar a todos los primogénitos de Egipto? No hace falta
recalcar lo que el extremismo islamista provoca hoy en el mundo. Se requiere
una pasta especial para sustentar y compartir religiones de ese tipo. La
Reforma protestante, se sabe, se debió al estreñimiento crónico de un monje
alemán. Un monje que dejó escrito: “Cuando se escucha el nombre de nuestro
Señor Jesucristo, todos los infieles e impíos del cielo y la tierra deben
atemorizarse”. Y ya lo creo que nos entra miedo. Un cisma por falta de un
jodido laxante que le aliviara el vientre. Pero no por tener miedo nos
callamos. Yo abogo por una doctrina
donde no pudieran crearse sectas o herejías: por ejemplo, la geometría. La
geometría no euclidiana, se entiende.
Zaragoza,
21 de diciembre de 2016
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