J.
M. Barrie, el autor de Peter Pan, donó todos los ingresos de su obra al
hospital infantil de Londres. Como la obra tuviera un enorme éxito, los réditos
generados permitieron a dicho hospital perdurar y trabajar con holgura
económica. Pero hete aquí que en el año 2007, y según dicta la ley, los
derechos de Peter Pan serán libres y exentos de pagar derechos de autor. El
hospital infantil, que ve así peligrar su principal fuente de ingresos, ¿qué
hace? Decidieron crear otro Peter Pan que diese pan a sus pupilos y a sus
administradores. Para ello convocaron un concurso entre escritores para una
secuela de Peter Pan, con la condición que se les cediese a ellos los derechos,
tal como hiciera J. M. Barrie en su día. Producto de este concurso fue el libro
recientemente publicado Peter Pan y el rojo escarlata, de la
escritora británica Geraldine McCoughrean. El libro, su estilo, su promoción,
su autora incluso, recuerdan a los libros de Harry Potter, libros estos con
cuyos derechos podrían funcionar todos los hospitales infantiles del mundo. Y
ya que la idea está lanzada, y parece que funciona, ¿a qué esperan todas las
instituciones caritativas españolas para imitarlos? ¿No podría Aldeas
Infantiles, Oxfam, Médicos sin fronteras o Cáritas convocar un concurso para
elegir un libro que continuase, por ejemplo, las aventuras de Manolito Gafotas,
o Pulgarcito, o El buscón, y con los derechos y réditos del libro proseguir,
más prósperos, sus fines altruistas? Porque no sólo de Peter Pan vive el
hombre, y menos las instituciones caritativas. Servirían también el capitán
Trueno, el guerrero del antifaz o Roberto Alcázar, con o sin Pedrín. Sugeriría
a estas instituciones u ONG’s que aprendieran de estos británicos y siguieran
su ejemplo. Podría darse un Platero, tú y la albarda escarlata.
Quién sabe.
Zaragoza,
16 de agosto de 2017