Hoy
me entero por la prensa de que el poeta Breyten Breytenbach (nombre de poeta
donde los haya) escribía poemas en la cárcel bajo la vigilancia de sus
carceleros, que eran además sus únicos lectores. ¿Cómo influiría ese público
lector en los poemas? Por la misma fuente me entero de que al poeta ruso Osip
Maldestam le conminaron a escribir un poema sobre Stalin (por cierto que Pablo
Neruda, sin ninguna obligación, escribió un poema laudatorio sobre el tirano
ruso; eran otros tiempos, tiempos difíciles: hoy, estoy seguro, conocidas las
atrocidades de este dictador de hierro, a lo mejor no lo hubiera hecho). Todo
esto viene al caso para preguntarse, ¿tal es la importancia de la poesía para
que dictadores y tiranos deseen ser alabados por ella o encarcelen, destierren
y asesinen a quienes las escriben contra ellos? ¿No es la poesía una de las
materias menos consumidas entre los lectores? ¿A quién conoce usted que lea
poesía de forma habitual? Yo, que estoy sumido en el mundo de las letras,
apenas si conozco a dos o tres personas. Es decir, casi nadie. Hecho además que
viene avalado por las escasas tiradas de los libros de poesía. Ningún poeta
vivo podría vivir de los beneficios de su obra. Entonces, si casi nadie repara
en la poesía, si casi nadie la lee, ¿por qué la temen tanto los tiranos? ¿Qué
ven en ella que les atemoriza? Si la poesía es un caracol nocturno en un
rectángulo de agua (Lezama Lima), un árbol sin hojas que da sombra (Juan
Gelman) o ese declarar eterno lo que es pura mortalidad y vano (Paul Celán), ¿por
qué les preocupa tanto a los gobernantes? No se sabe, pero les inquieta. Quizá
porque la poesía sea también un arma cargada de futuro (Blas de Otero). Esta
prerrogativa debería satisfacer a los poetas, poseedores de un arma capaz de
atemorizar a los tiranos. Quizá tuviera razón Hölderlin cuando dijo que la
poesía es un juego peligroso. Peligroso para el poeta que no alaba al dictador,
peligroso para las dictaduras porque las rimas censuradas se introducirán en
los ladrillos del edificio de su opresión y, como las larvas en espera de su
transformación, socavarán sus pilares y, finalmente, provocará la ruina del inmueble.
Qué fabuloso es el poder de la poesía, que nadie sabe dónde reside.
Zaragoza, 5 de noviembre de 2018
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