Artistas extravagrandes
III
► Edward
Hopper era un hombre taciturno y silencioso. Su mujer Jo llevaba las cuentas y posaba para él en todas sus figuras
femeninas, pero su relación no era buena. La parlanchina Jo encontraba
aburrido al silencioso Hopper. A pesar de que cuando la cortejaba había
admirado su independencia, esperaba Hopper que su esposa se transformara en un
ama de casa tradicional. Aunque su esposa también era pintora, Hopper no
respetaba su talento y mostraba su desprecio diciendo públicamente que ella -y
todas las mujeres artistas- era una inepta. Al parecer Edward Hopper le pegaba
a su esposa, pero ella le devolvía los golpes. Jo se quejaba de que su marido
era el que más pegaba porque tenía los brazos más largos, pero su mujercita no
dudaba en asestarle arañazos y mordiscos.
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