miércoles, 3 de junio de 2015

La publicidad

La publicidad. La propaganda. Plaga del mundo de hoy. No hay lugar donde no se inmiscuya, donde no asome su faz mentirosa. Al principio la publicidad tenía medios propios donde exhibirse. Había carteles en las paredes, en los escaparates, luego vivieron las vallas, tenían los periódicos y las revistas, luego vino la radio y finalmente la televisión. En el cine yo recuerdo haber visto anuncios que eran meras diapositivas que el encargado de la cabina ofrecía a los espectadores entes de la proyección. Ahora resultaría una publicidad muy pobre, cutre acaso. También había publicidad en los establecimientos donde se expedían los productos, fueran estos colmados (calendarios en las paredes, algún colgante de cartón en el techo) o los bares (la famosa chapa de Coca cola a un lado de la puerta del establecimiento donde se vendía tan empalagoso producto). Como la propaganda, de tan abundante, comenzara a perder eficacia, se inventaron nuevas formas o se modificaron los contenidos. En verano, en los lugares de playa, era habitual ver avionetas en el cielo que llevaba a la cola una pancarta anunciando el producto, desde un coñac hasta una agencia de viajes. Se llegó a mandar propaganda por carta a los hogares. Ahora suele depositarse en los buzones comunitarios. Como no bastase la publicidad en la televisión o entes de cada película, comenzaron a verse anuncios solapados en las propias películas. Así, series hubo en España que tenían siempre en la cocina, donde transcurría la mitad de la acción, una leche de tal marca, una bollería de marca discernible, un aceite de marca bien visible. En las películas de James Bond ya era una pesadez ver la marca del reloj del héroe, la marca del bólido del conquistador espía o el tipo de gafa de sol que llevaba para hacer escenas en lugares tropicales. En un futuro no lejano en las iglesias se anunciarán viajes en circuitos religiosos, las casullas de los oficiantes tendrán un logo bien visible y las hostias llevaran la marca del cereal. Confío en que un próximo implante de un chip nos conecte vía satélite con una central publicitaria en órbita.
            Este artículo está patrocinado por boinas Antuniano, frescas en invierno y en verano.


Zaragoza, 3 de Junio de 2015

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