La
publicidad. La propaganda. Plaga del mundo de hoy. No hay lugar donde no se
inmiscuya, donde no asome su faz mentirosa. Al principio la publicidad tenía
medios propios donde exhibirse. Había carteles en las paredes, en los
escaparates, luego vivieron las vallas, tenían los periódicos y las revistas,
luego vino la radio y finalmente la televisión. En el cine yo recuerdo haber
visto anuncios que eran meras diapositivas que el encargado de la cabina
ofrecía a los espectadores entes de la proyección. Ahora resultaría una
publicidad muy pobre, cutre acaso. También había publicidad en los
establecimientos donde se expedían los productos, fueran estos colmados
(calendarios en las paredes, algún colgante de cartón en el techo) o los bares
(la famosa chapa de Coca cola a un lado de la puerta del establecimiento donde
se vendía tan empalagoso producto). Como la propaganda, de tan abundante, comenzara
a perder eficacia, se inventaron nuevas formas o se modificaron los contenidos.
En verano, en los lugares de playa, era habitual ver avionetas en el cielo que
llevaba a la cola una pancarta anunciando el producto, desde un coñac hasta una
agencia de viajes. Se llegó a mandar propaganda por carta a los hogares. Ahora
suele depositarse en los buzones comunitarios. Como no bastase la publicidad en
la televisión o entes de cada película, comenzaron a verse anuncios solapados
en las propias películas. Así, series hubo en España que tenían siempre en la cocina,
donde transcurría la mitad de la acción, una leche de tal marca, una bollería de
marca discernible, un aceite de marca bien visible. En las películas de James
Bond ya era una pesadez ver la marca del reloj del héroe, la marca del bólido
del conquistador espía o el tipo de gafa de sol que llevaba para hacer escenas
en lugares tropicales. En un futuro no lejano en las iglesias se anunciarán
viajes en circuitos religiosos, las casullas de los oficiantes tendrán un logo
bien visible y las hostias llevaran la marca del cereal. Confío en que un
próximo implante de un chip nos conecte vía satélite con una central
publicitaria en órbita.
Este artículo está patrocinado por
boinas Antuniano, frescas en invierno y en verano.
Zaragoza, 3 de Junio
de 2015
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