El
cinematógrafo, decía mi maestro Mairena, es un invento de Satanás para aburrir
al género humano. De haber conocido Mairena la televisión, y su inmenso poder
para aburrir, ¿a quién hubiera echado la culpa de su creación? Seguramente a
alguien peor que Satanás, seguramente al hombre mismo, y hubiera acertado. Pero
no es sólo el poder de aburrimiento de la denominada “caja tonta” el que debe
preocuparnos sino su poder hipnótico, su poder de uniformización en la abyección
y en lo degradante. Este poder ya lo intuyó George Orwell, poniendo en cada
hogar de su novela 1984 una pantalla que era ojo del Gran Hermano, pero se
equivocó en la manera de usarlo: no nos miraría él, miraríamos nosotros. Variación
quizá pequeña, pero que ha demostrado ser más eficaz para mantener inermes y
sumisos a los ciudadanos. La TV es una amnesia. Ray Bradbury también ponía un
televisor en cada hogar en sus distopía Farenheit 451. Pero como acontece
hoy (¿atontece hoy?), los ciudadanos eran los que miraban. En los tiempos
pre-televisivos, las familias, a la mesa, o al calor de la chimenea, hablaban,
conversaban. Hoy, haciendo de la necedad virtud, la mayoría de los ciudadanos
comen viendo la televisión, un gran error, pues no sólo evita la conversación,
evita también apreciar el sabor de los alimentos. La próxima meta de esta
tendencia es clara, pues la muestran los filmes estadounidenses: bandejas de
comida preparada especialmente para ver la televisión. Y díganme, ¿qué puede
votar, si vota, una familia que come vituallas basura en bandejas de plástico
frente al televisor? ¿Lo adivinan? Pues los políticos y poderosos también lo
han adivinado. Y propagan, falsamente, que entes de la televisión la vida
oscilaba en una esfera de silencio y extravío. La televisión es hoy, sin duda,
la principal herramienta de doma del ciudadano. No me miren con esa cara: ¡Lo
ha dicho la tele!
Zaragoza,
6 de enero de 2016
Las nuevas generaciones no miran la tv. Viven pendientes de sus celulares, esperando SMS o directamente jugando. Si alguien les pregunta algo, ni siquiera responden .A lo sumo, diez minutos mas tarde dicen:¿Qué me habías preguntado, Ma? Muy feliz año,Lamgar !!
ResponderEliminarMuy cierto. Tendré que ampliar el artículo para contemplar todos los instrumentos de atontecimiento.
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