¿Inventó
o dedujo Maquiavelo los consejos que aparecen en El Príncipe? Fuera lo que
fuera estoy seguro de que los príncipes de su época le echarían en cara que
airease sus métodos. Pero lo que vino a descubrir Maquiavelo, y es válido para
cualquier época, es que el ciudadano ordinario posee un código ético muy
superior al de sus gobernantes. En la antigua China, las cosas fueron, durante
algún tiempo, diferentes. Lao Tse, anti-maquiavélico, decía que gobernar un
estado era como freír un pequeño pez. Había que prevenir que éste se quemase o
quedase crudo. Se necesitaba una mano cuidadosa. Pero no sólo era teoría. En el
año 201 antes de nuestra era, cuando un general Ts’ao fue nombrado gobernador
del populoso estado de Chi, eligió a un viejo filósofo taoísta para que fuera
su consejero principal. Este consejero le dijo al general que el mejor modo de
gobernar su gran estado, que comprendía sesenta ciudades importantes, era no
hacer nada y dar un descanso al pueblo. El gobernador siguió su consejo y
durante los nueve años que duró su gobierno el pueblo prosperó y su
administración fue considerada la mejor del imperio. Igual a Maquiavelo también
se le ocurrió esta solución, pero previendo que se mofarían de él los
príncipes, prefirió alabar su vanidad desvelando sus crueldades. Pero no se
piense que a Maquiavelo sólo le siguen los políticos de derechas. Las
dictaduras comunistas, en un intento de crear sociedades indestructibles,
mezclaron la política de Maquiavelo y el sistema suasorio de los jesuitas: para
el cuerpo la violencia sola, para el espíritu la mentira y la propaganda.
Bakunin ya lo denunció. Y es que Maquiavelo vale tanto para una hornacina como
para una insignia.
Zaragoza,
24 de agosto de 2016
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