¿Da
dinero la literatura? Obviamente a las editoriales sí. Cada vez hay más y cada
vez se clasifican más los libros publicados en función del número de ediciones,
vulgo rentabilidad. Hoy los géneros más rentables son los libros de autoayuda,
verdadera alquimia que transforma la basura en oro, el libro histórico (sobre
todo si aparecen números misteriosos, sábanas santas y claves secretas), el de
aventuras fantásticas y el folletinesco. Los libros de espionaje y policiaco
también dan dinero, pero el autor ha de llevar apellido anglosajón o sueco. En
el extremo opuesto están los géneros que no dan dinero, como la poesía o el libro
de teatro, que viven de subvenciones. Poco dan también los libros de literatura
pura, o literatura con mayúsculas, libros que pretenden seguir la tradición de
Kafka, Joyce o Flaubert, o esos otros libros para los enamorados de la minucia
gramatical, incluso esos libros que diminutizan los gerundios. De vez en cuando
uno de estos libros consigue destacarse, pero no suele sacar de pobre al autor.
El autor de literatura “seria” (y sobre la propiedad de esta denominación hay
muchas opiniones, obviamente), para distinguirla de la que va enfocada
exclusivamente a vender (ojo que no quito mérito a estos libros, escritos en su
mayoría con oficio, y que seducen a los lectores, fin loable en sí mismo,
pero…), debe combinar su labor literaria con oficios mejor remunerados:
periodismo, libros de encargo, guiones de cine, venta de seguros, etc. Las
columnas de los semanarios y dominicales son un buen ejemplo de ingreso extra,
aunque también suelen estar monopolizadas por los escritores de éxito. No
obstante los reparos, hay que reconocer que nunca como en nuestra época ha
podido conseguir el escritor un nivel de remuneración tan alto. Nunca se ha
publicado tanto, pese a los agoreros de Internet. Nunca se había leído tanto.
No se trata de llorar, como esos que dividen la literatura en dos, la mala que
es ilegible (se lee mucho) y la buena, que no se lee. No, ya no son tiempos en
los que se podía decir: “Si la literatura puede enriquecer a uno, es únicamente
a condición de que uno abandone la literatura”. La literatura, sea comercial o
no, tiene hoy muchas más salidas que antaño. Y el que acuda a ella sólo por
dinero, sabe qué asuntos debe tratar y cómo. Sus ejemplos están ahí, todos los
conocen, todos los compran. Pero si no es eso lo que buscamos, puede que la
literatura no nos dé para vivir, pero nos hará vivir. Aclaro, por último, que cansado
de que ninguna editorial quiera publicar mis libros, he decidido escribir para
la posteridad. “Quedan advertidos”.
Zaragoza,
7 de enero de 2018
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