Críticas eliterarias
Bukowsky
y la priva
(Análisis
escatológico)
Si
hacemos caso del erudito estudio de Boris Karl Off Das
Shicksal des Blödescheissenreklamen in das ewige Drunkenheit des Charles
Bukowsky, la botella ha sido la musa principal de este insigne escritor
norteamericano. Partiendo de un analfabetismo de barrio marginal, Bukowsky
consiguió llegar a dominar un estilo literario propio de tenderos del Bronx.
Crudo, directo, con innumerables faltas de sintaxis, este escritor hizo las
delicias de una generación de lectores que estaban hasta los huevos de la
estirada intelectualidad neoyorquina que orbitaba alrededor de revistas como The New Jamonyorker y The Highbrow Top Magazine. Un reciente
análisis del crítico Mark O’Polo (The
four litter words in the little works of “bugger” Bukowsky) demuestra que
la palabra “fucking” ocupa un 12,4 % de toda su obra, seguida a poca distancia
de las palabras “shit” y “bugger”. Curiosamente la palabra “remuneration” la
utiliza una sola vez. Parece confirmado por sus vecinos y sus editores que
Bukowsky pasaba la mayor parte del día colocado y que tenía por costumbre
ponerse a escribir después de una buena paja. Expulsado de cuatro barrios
debido a los escándalos nocturnos que propiciaba (en uno de ellos, pedo total,
destrozó todas las ventanas del vecindario con una metralleta comprada esa
misma tarde en el supermercado) y de cuatro editoriales por haber falsificado
varias novelas de autores conocidos, novelas a las que ni siquiera cambiaba el
título (un editor afirma que su versión de El
ruido y la furia, de Faulkner, salía mejorada a causa de haber interpolado
aquí y allá unos cientos de “fucking” y “shits”, no así su falsificación de Las bostonianas, de Henry James, por no
ser propio el uso de “bugger” entre señoritas), Bukowsky se refugió en una
caravana que emplazó en un descampado a las afueras de Lemmon Grove, un pueblo
de mierda pero con una fábrica de cerveza y varias destilerías clandestinas de
licor de cacahuete. Sometiéndose a una dieta de licores, cervezas y
hamburguesas revenidas, Bukowsky consiguió escribir sus más importantes obras
en esta caravana: La máquina de dar por
culo, Chúpala y cállate, y su
magistral libro de poemas Blenorrea,
un canto a la penicilina, poema de un lirismo rayano en el vómito profiláctico.
Aprovechamos esta recensión para advertir al lector que no es cierto que su
libro Mierda puta tuviera manchadas
las tapas con excremento humano. El hedor que emanaba del libro era producido
por cierta mezcla de perfumes que imitaban el olor de la mierda y que se
incluyó, por expreso deseo del autor, en la pasta de celulosa que sirvió para
producir el papel. Estas genialidades de este controvertido autor sirvieron
para mitificarlo entre una juventud ávida de impresiones nuevas. Ahora, a diez
años de su muerte (quizás doce, o quince, no lo sé), Bukowsky vuelve a ser
actualidad al haberse descubierto un libro inédito entre las bolsas de basura
que legó a la biblioteca municipal. Compuesto sobre papel de higiénico, usado,
narra las peripecias de un onanista con tendencias sodomitas que se coloca en
una tienda de sanitarios. El final, donde el protagonista es empalado con la
escobilla del inodoro, es ejemplar al cuantificar los deseos reprimidos del
propio Bukowsky y resumir su propio mundo iliterario.
La reciente decisión del ayuntamiento
de Cincinati de crear el museo Bukowsky será de gran ayuda para entender mejor
la obra de este autor. El museo cuenta ya con varios calzoncillos sucios del
autor donados por su tercera ex mujer así como con otros objetos genuinamente
suyos: latas arrugadas de cerveza, piltras de varios porros a medio fumar, un
orinal con cerco, una cortina con costras resecas a causa de limpiarse el
miembro después de sus masturbaciones, arandelas de metal para utilizar en los
teléfonos públicos, etc.
Bukowsky logró fundir la lírica
escatológica con la praxis literaria al uso, originando una síntesis de poeta
picapedrero de alto poder evocador. En este décimo (o décimosegundo, o
decimoquinto, yo qué sé)) aniversario de su muerte por sobredosis etílica,
queremos dedicar un agradable recuerdo a este hijoputa bastardo y jodido
escritor de mierdas amariconadas: ¡Salud, cabrón!
Lambert O'Really
Crítico
de su Majestad
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