lunes, 25 de mayo de 2020

Críticas eliterarias: Bukowsky y la priva


Críticas eliterarias

Bukowsky y la priva
(Análisis escatológico)

Si hacemos caso del erudito estudio de Boris Karl Off  Das Shicksal des Blödescheissenreklamen in das ewige Drunkenheit des Charles Bukowsky, la botella ha sido la musa principal de este insigne escritor norteamericano. Partiendo de un analfabetismo de barrio marginal, Bukowsky consiguió llegar a dominar un estilo literario propio de tenderos del Bronx. Crudo, directo, con innumerables faltas de sintaxis, este escritor hizo las delicias de una generación de lectores que estaban hasta los huevos de la estirada intelectualidad neoyorquina que orbitaba alrededor de revistas como The New Jamonyorker y The Highbrow Top Magazine. Un reciente análisis del crítico Mark O’Polo (The four litter words in the little works of “bugger” Bukowsky) demuestra que la palabra “fucking” ocupa un 12,4 % de toda su obra, seguida a poca distancia de las palabras “shit” y “bugger”. Curiosamente la palabra “remuneration” la utiliza una sola vez. Parece confirmado por sus vecinos y sus editores que Bukowsky pasaba la mayor parte del día colocado y que tenía por costumbre ponerse a escribir después de una buena paja. Expulsado de cuatro barrios debido a los escándalos nocturnos que propiciaba (en uno de ellos, pedo total, destrozó todas las ventanas del vecindario con una metralleta comprada esa misma tarde en el supermercado) y de cuatro editoriales por haber falsificado varias novelas de autores conocidos, novelas a las que ni siquiera cambiaba el título (un editor afirma que su versión de El ruido y la furia, de Faulkner, salía mejorada a causa de haber interpolado aquí y allá unos cientos de “fucking” y “shits”, no así su falsificación de Las bostonianas, de Henry James, por no ser propio el uso de “bugger” entre señoritas), Bukowsky se refugió en una caravana que emplazó en un descampado a las afueras de Lemmon Grove, un pueblo de mierda pero con una fábrica de cerveza y varias destilerías clandestinas de licor de cacahuete. Sometiéndose a una dieta de licores, cervezas y hamburguesas revenidas, Bukowsky consiguió escribir sus más importantes obras en esta caravana: La máquina de dar por culo, Chúpala y cállate, y su magistral libro de poemas Blenorrea, un canto a la penicilina, poema de un lirismo rayano en el vómito profiláctico. Aprovechamos esta recensión para advertir al lector que no es cierto que su libro Mierda puta tuviera manchadas las tapas con excremento humano. El hedor que emanaba del libro era producido por cierta mezcla de perfumes que imitaban el olor de la mierda y que se incluyó, por expreso deseo del autor, en la pasta de celulosa que sirvió para producir el papel. Estas genialidades de este controvertido autor sirvieron para mitificarlo entre una juventud ávida de impresiones nuevas. Ahora, a diez años de su muerte (quizás doce, o quince, no lo sé), Bukowsky vuelve a ser actualidad al haberse descubierto un libro inédito entre las bolsas de basura que legó a la biblioteca municipal. Compuesto sobre papel de higiénico, usado, narra las peripecias de un onanista con tendencias sodomitas que se coloca en una tienda de sanitarios. El final, donde el protagonista es empalado con la escobilla del inodoro, es ejemplar al cuantificar los deseos reprimidos del propio Bukowsky y resumir su propio mundo iliterario.
         La reciente decisión del ayuntamiento de Cincinati de crear el museo Bukowsky será de gran ayuda para entender mejor la obra de este autor. El museo cuenta ya con varios calzoncillos sucios del autor donados por su tercera ex mujer así como con otros objetos genuinamente suyos: latas arrugadas de cerveza, piltras de varios porros a medio fumar, un orinal con cerco, una cortina con costras resecas a causa de limpiarse el miembro después de sus masturbaciones, arandelas de metal para utilizar en los teléfonos públicos, etc.
         Bukowsky logró fundir la lírica escatológica con la praxis literaria al uso, originando una síntesis de poeta picapedrero de alto poder evocador. En este décimo (o décimosegundo, o decimoquinto, yo qué sé)) aniversario de su muerte por sobredosis etílica, queremos dedicar un agradable recuerdo a este hijoputa bastardo y jodido escritor de mierdas amariconadas: ¡Salud, cabrón!


Lambert O'Really
Crítico de su Majestad

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