miércoles, 18 de noviembre de 2015

Cultura de porcelanas

Los japoneses, en sus representaciones, muestran rostros de porcelana. Japón es una cultura de porcelanas. Los cuencos donde se sirve el sake, o el té, son de porcelana. En inglés, porcelana se dice “china”, dejando claro la procedencia o la primacía artesanal de este delicado y antiguo material. La porcelana crea utensilios frágiles, recipientes y figuras que han de ser tratados con delicadeza suma y manejados con gracia y minucia gestual. Y los japoneses, y en general los orientales, son diestros en modales delicados y protocolos de paso lento. Como si su ideal fuera la creación de una cultura indiferenciable del movimiento de un árbol. El protocolo también es una destreza, o arte, nacido en china, y que imita la gimnasia del árbol por florecer. De los chinos derivan todos los protocolos, pero ninguno alcanza su sutileza y complejidad. Los japoneses, sus vecinos, se contagiaron de esos rituales lentos. Una geisha, por ejemplo, tarde muchas horas en acicalarse y sus movimientos y procesos, siempre idénticos, sigue unas normas milenarias que han sobrevivido inmutables. En las luchas con espada los movimientos de los samuráis siguen rituales pausados, un baile aprendido, grácil, interrumpido por un súbito movimiento de ataque que incluye grito, y acabado en una estocada rapidísima que suele ser mortal. Después de proporcionada, el espadachín se queda quieto, reconcentrado, los brazos extendidos en pose estudiada, como si al higiénico atletismo del combate sucediera la impasibilidad concentrada de la mente. Hoy, más modernos, más occidentalizados, los rituales lentos de los japoneses y chinos, pervive en su saludo: una inclinación de cabeza; y si se sirve té, la porcelana devuelve la lentitud de los movimientos y el ritual se impone a las prisas. Pero el ritual más propio de los japoneses, el único que no puede imitarse es el hara-kiri. Cuando no encuentra una salida a su humillación o derrota, el japonés, al contrario que el agresivo occidental que se lleva a cuantos puede por delante, se auto inmola. Luego, ironías de los crepúsculos celestes, un amigo le corta la cabeza.


Zaragoza, 18 de noviembre de 2015

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