miércoles, 10 de enero de 2018

Votar o botar

En la antigua Roma, para ser elegido debía un político mostrarse en el foro y pedir el voto a los ciudadanos. Una forma de hacer méritos consistía en mostrar al público las cicatrices ganadas en las batallas en defensa del imperio. Cuanto más heridas mostrase el candidato, más sumaban sus méritos y la posibilidad de ser elegido. Hoy no se muestran cicatrices, sino rostros sonrientes de tipos bien peinados, maquillados y fotografiados para mostrar fisonomías sin mácula. Y les votamos. Claro que, bien mirado, ¿qué heridas podrían mostrarnos para hacer méritos? Hace treinta años se mostraban los arrestos, detenciones y periodos carcelarios bajo la dictadura. Esas medallas servían como méritos ante una parte de los votantes. Para la otra parte eran deméritos. Y aún así solían ganar los conservadores, los que dirigían las cárceles que otorgaban méritos a la oposición, los que fomentaban la represión que hizo mártires a algunos. Pero hoy, ¿qué heridas, qué cicatrices mostrar al electorado? Heridas de un reciente accidente de helicóptero, el brazo roto en un fin de semana de esquí, una caída de bicicleta o un resbalón en la piscina del chalet. Si al menos, al descubrir su ineptitud, se retirasen como Silvela, quien justificó su dimisión con estas palabras del rey sabio de las Siete Partidas: “nadie debe facer lo que non sabe”. Quizás al final debamos dar la razón a Bernard Shaw, quien dijera aquello de que la democracia consiste en la elección por los muchos incompetentes de los pocos corruptos. Así las cosas, no es de extrañar que la abstención aumente, porque aumenta la desconfianza en los que anhelando van tras el señuelo del alto cargo y del honor ruidoso. Los discursos de los candidatos, a veces Polifemos, a veces solo tuertos, son el paradigma del aburrimiento y la deshonestidad. Sus promesas son como los pasos en el desierto de un camello vacío sin destino. Menos mal que los modernos mandos de televisión tienen la opción de silenciar la voz con una tecla. Qué haríamos si no.


Zaragoza, 10 de enero de 2018

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