No
hay más dios que el dinero, y la banca es su profeta. Nunca, en ningún momento
de la historia de la civilización occidental, ha existido un amor tan
desproporcionado por el dinero. O quizá es que nunca lo ha habido en España y
extrapolo esta circuns-tancia a todo el orbe capitalista. Pero me da que no
exagero. Creo que es una afección global. Mencionaba la prensa hace unas semanas
que el primer día que entró Bulgaria en la CEE, cientos de hombres de negocios
de Inglaterra, Francia y España, entre otros, arribaron con maletas llenas de
dinero a Sofía, principalmente para comprar inmuebles. Al calor de la rápida
revalorización que preveían del valor de la vivienda, todas las sierpes
financieras, buitres de la especulación, ratas de la hipoteca, arribaron a la
capital de Bulgaria. ¿No pinta esta imagen un cuadro más exacto de nuestra
sociedad que cien libros de historia y sociología, que ocultarían estos hechos
de rapiña bajo índices de precios y tasas de crecimiento del PIB? Es
descorazonador ver a los ciudadanos que me rodean, la mayoría de ellos con dos
sueldos (el de su cónyuge y el suyo propio), adquirir pisos y apartamentos con
un ansia que raya la locura. ¡Y cómo se les llena la boca hablando de
revalorizaciones, de cómo con los alquileres de unos pisos financian la compra
del próximo! Acumulan, tienen, poseen, pero no son. Han renunciado (¡qué les
importa!) a culturizarse. No van al cine (total, ya tienen tele grande), no
compran libros (¡No tenernos tiempo de leer!), no aprenden idiomas o estudian
cursos de arte (¡menuda mariconada!), no se desarrollan espiritual ni
moralmente. Morirán ignorantes, pero con propiedades. Ellos no valoran el
tiempo que deben dedicar a notarios, escrituras, fontaneros, comunidades de
propietarios, limpiezas de piso, amueblarlos, viajar los fines de semana a la
playa o a la montaña para ver si su preciada posesión se encuentra en perfectas
condiciones o se ha inundado debido a las pasadas lluvias. Ser o tener siempre
ha sido el dilema de hombre en nuestra sociedad. Hoy el ser está devaluado, su
índice ha perdido muchos enteros. ¡Buena época para invertir!
Zaragoza,
25.07.18
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