El otoño del Petrarca
de
Gabrielle
Della Marca
La
editorial Grados, por gentileza de Mundadori, es quien edita este magnífico
libro.
Lambert O’Really
Crítico
de su majestad
En este blog de título tan largo trataré de comentar alguna imagen, fotografía o dibujo, para expresar alguna opinión, una especie de ejercicio literario y reflexivo a la vez. El elegir una imagen me ayuda a centrar el asunto a tratar. A veces con la imagen he confeccionado un chiste u ocurrencia. Quiero que la periodicidad de las entradas del blog sea semanal. Lo escribo para mi solaz y no para crear opinión. Ésta la pone el lector. Si lo hubiera. Zaragoza, 25 de septiembre de 2014.
El otoño del Petrarca
de
Gabrielle
Della Marca
La
editorial Grados, por gentileza de Mundadori, es quien edita este magnífico
libro.
Lambert O’Really
Crítico
de su majestad
Críticas eliterarias
Yo, robocop
de
I. Assy Mob
Novela futurista del maestro de la ciencia
ficción I. Assy Mob, autor de la celebrada Segunda Fundición, sobre el futuro
de la cultura del acero. En esta novela, una corporación construye un robot
policía hecho de titanio pero recubierto de piel sintética dándole la
apariencia de una persona normal. Para su formación, el prototipo fue sometido
a visionar cientos de películas de policías, antiguas y recientes. Después de
su entrenamiento, y cuando se le dio autonomía para actuar, el robocop, en
adelante bautizado Robocop, sorprendió a todos llevando encima del uniforme un
poncho mugriento porque le gustó el que llevaba el personaje de la película Por un puñado de eurobonos. También
solía llevar un palillo entre los dientes y peinarse el pelo con cortinilla
porque lo había visto en una peli española de una tal Torrente. Así ataviado, y
poniendo en el coche a todas horas música de El Fary, Robocop apatrullaba la
ciudad de Chicago en busca de malhechores. Tal era su efectividad en su labor
aprehendedora que las organizaciones criminales deciden idear un plan para
detenerle. Primero lo vigilan para determinar sus puntos débiles, pero muchas
cosas se les escapaban, como el oír esa música extraña de un tal El Fary, que
nadie conocía, o la manía de llevar poncho y una palillo super usado entre los
dientes. Al final un mafioso que regentaba un burdel tuvo una idea que convenció
a todos. Crear una mujer robot, Robotwoman, con salientes sicalípticos y grandes pechos para hacer que Robocop se
enamore de ella y poder controlarle. Pero no contaban con la influencia que el
policía español Torrente había hecho mella en su carácter y Robocop, después de
usar a Robotwoman para satisfacer sus bajos instintos invitándola en su
apartamento con un tetrabrik de vino Don Simón, la despacha de casa y se va a
un puticlub cercano a beber whisky y charlar con los amigos. La idea de los criminales
fracasa, así que deciden otra estrategia. Investigan quién coño era El Fary y
deciden resucitarlo, o al menos hacer un clon tomando muestras de su ADN, que
consiguen exhumando su cadáver de un cementerio de Madrid. Pretenden que este
nuevo Fary le convenza de que no ponga tanto empeño en su labor atrapa-malos y,
si no lo convence, amenazarle con matar a su ídolo redivivo. Esta es la trama
simplificada de la novela, pero hay más entramados, más materia psicológica y
exámenes de conciencia del protagonista, como cuando se pegunta si merece la
pena apatrullar una ciudad donde no
existe el Atlético de Madrid ni tablaos flamencos.
Publica
NBA editores, editores de altura y famosa por meter el libro en la canasta de
los más vendidos.
Lambert
O´Really
Crítico de su majestad
De
Tiang Chin Gao
Acaba
de aparecer un libro de nombre sugestivo y que deseo dar a conocer. En
cualquier librería, si usted se acerca a la sección de libros orientales, verá
un cartel que le advierte:
CUÍDATE
DE IMITACIONES BARATAS
VEN
AL VERDADERO ZEN
Tiang
Chin Gao:
“Zen
para pardillos”
Me imagino que ustedes están
familiarizados con esa filosofía oriental que se denomina zen, esa mística de
raíces budistas en la que, sentados en la posición del loto (za-zen), sus adeptos rumian acertijos
paradójicos que ellos denominan koans
para, con su ayuda, despejar la maraña de pensamientos que enredan la mente y,
mediante un sutil golpe de percepción, alcanzar la iluminación o satori, ese nadar ontológico en las
ondas de la propia nada.
Sí,
hombre, el zen es esa filosofía que ha hecho célebre el acertijo:
¿Cuál es el sonido de una sola mano
aplaudiendo?
(y
al que, siendo un poquito irrespetuosos, se podía responder: ¿aplaudiendo
contra qué? ¿Contra la mejilla del maestro, contra los átomos que forman esa
abstracción del vacío que denominamos aire?)
Para
que se familiaricen con esta filosofía, nada más apropiado que el libro de Tiang
Chin Gao que hoy les presento. Allí encontrarán anécdotas típicas de este tipo
de enseñanza, como las siguientes:
Æ El maestro Lin Piao paseaba cierta
vez por el monasterio cuando observó a un novicio que estaba meando contra un
muro mientras silbaba. El maestro llamó al discípulo y le habló así:
-
Si silbas mientras meas tienes dos mentes donde una sería suficiente. Si tienes
dos mentes estás en guerra contigo mismo. Si estás en guerra contigo mismo, es
fácil para una fuerza externa derrotarte. Esta es la razón de que Mong-tse
escribiera: “Un hombre debe destruirse primero a sí mismo antes de que otros le
destruyan”.
El
discípulo asintió. A partir de entonces, cada vez que mea contra un muro, mira
primero que no se halle por allí el pelma del maestro.
O esta otra:
Æ En el monasterio de Liang Shi un
novicio fue a ver al maestro Chu Lin y le preguntó lleno de dudas:
-
Maestro, ¿cree que puedo llegar a alcanzar la iluminación?
El
maestro se acercó a él, le agarró los testículos con una mano y le dijo:
-
Di 33.
-
48 -contestó el novicio con voz tomada por el dolor.
El
maestro soltó los testículos del discípulo y replicó:
-
Sí, puedes alcanzarla.
El objetivo último del libro de Chin
Gao es mostrar que este tipo de filosofía no sólo se encuentra en los
monasterios de extremo oriente, ni la iluminación depende de ver a un maestro
con un pollo muerto amarrado a la cintura, o del chasquido sigiloso de una
sandalia. Chin Gao proclama que el espíritu del zen se encuentra allí donde nos
topemos con paradojas que nos hagan pensar y despejar la mente. Y pone de
ejemplo esa frase que pronunció Jean Cocteau:
Si mi casa se prendiera fuego y tuviera
que salvar una única cosa, salvaría el fuego.
Y
aquella otra frase tan alejada del componente ovejuno de la vida conventual, que
el autor vio escrita en un váter de un país extranjero:
Un hombre sin Dios es como un pez sin
bicicleta.
Una
frase, confiesa, que si no le iluminó, si consiguió quitarle el estreñimiento
crónico que por aquel entonces padecía. También aprecia el autor un fondo zen
en esa frase que a alguien se le ocurrió seguramente en un momento de
inspiración:
Frase,
si no digna de conseguir la iluminación, sí al menos un orgasmo.
Para
Chin Gao da igual que el zen se manifieste en los monasterios o en un retrete. El
lugar no cuenta, ni las circunstancias. A lo largo del libro el autor se recrea
con historias que parecen estar dirigidas, o elucubradas por, parvenús del
conocimiento, lo que coloquialmente se conoce como “pardillos”. Pues esa es la
impresión que dan tanto los novicios como los maestros que se consagran con
tanto ahínco a darse en diálogos sin sentido. “¿Quién puede dudar”, nos dice el
autor en su prólogo, “que los ejemplos que nos proporciona este tipo de
enseñanza es de una simplicidad de pardillo, simplicidad que permite
normalmente al aspirante alcanzar la iluminación?”
Este libro de título
honesto recoge los mejores diálogos de la tradición budista zen. En Zen
para pardillos podréis disfrutar con historias de corte paradójico y
además, si tenéis suerte, y constancia, alcanzar la iluminación. Porque no se
engañe el lector, todos somos pardillos de la vida, que sabe más y tiene la
costumbre de dejarnos mostrando nuestras pudibundeces filosóficas a la menor
ocasión.
Compra
este libro, no seas pardillo, no dejes pasar esta oportunidad. Y si lo eres,
esto es, un pardillo, cómpralo con mayor razón, pues va dirigido a ti.
Lambert O’Really
Crítico de su Majestad
Oximorónica
El oxímoron es una expresión que une dos conceptos
antagónicos. Fue muy comentado en su día la expresión “inteligencia militar”,
en opinión de muchos una contradicción de términos. O se es inteligente o
militar. Con menos ironía, pero no menos ciertas, hoy os presento con unas
cuantas expresiones de este tipo.
. Secreto en público (o en boca de todos)
. Pequeña multitud
. Actuar natural
. Completamente vacío
. Copia original
. Su única opción
. Gas líquido
Y uno de los que más me gustan:
. Pan de gasolinera casero
Lambert O’Really
Oximoronista mayor del reino
Crónicas
murcianas
de
Ray
Joy Braburi
Serie
de relatos sobre una tierra seca y yerta, un paisaje de canales secos, un
planeta rojo de ira y ocre de color. Los mares que parecen divisarse desde el
aire, son mares de plástico, plásticos que recubren los cultivos intensivos de
pimientos rojos como la tierra, rojos, y azules como la política, azules.
Los relatos que contiene el libro pertenecen, más que
a la ciencia ficción, a la caradura ficción, por no decir que a la política
ficción, también llamada prevaricación. Fueron escritos cuando se creía que
había vida en Murcia. Hoy las historias han perdido mordiente al saberse que
allí sólo habitan constructores y los paisajes desolados son urbanizaciones sin
agua y campos de golf que se mantienen con la orina de los jugadores. En una de
las historias, titulada “la sombra del campo de golf es alargada”, un
constructor se topa con un lugareño que le pregunta por qué construye un campo
de golf si sabe que no hay agua, ni hierba, ni ganas, ni nada. El constructor,
entonces, saca un maletín y soborna al lugareño con un montón de dinero para
que declare a las autoridades que cerca de allí manan manantiales parleruelos y
los pozos producen agua a raudales. El lugareño se niega y es acusado de
entorpecer el progreso de la nación, la puta nación, y es denunciado ante las
autoridades, que amenazan con encarcelarle, por lo menos hasta que se apruebe
el plan que declare las marismas y desiertos, solar urbanizable. Su única vía
de escapar del castigo es firmar una petición para un trasvase interplanetario
que les permita usar el agua de un planeta cercano, llamado Arrakis-Monegrón. El
lugareño así lo hace, pero resulta que pertenece a la brigada anticorrupción de
la galaxia. El constructor es juzgado pero los jueces lo dejan libre de culpa y
de parné. Termina la historia con el constructor caminando por un erial,
pensando en la promoción de los dos millones de chalets que no tendrá lugar, y
viendo en imaginario la bonita proyectada urbanización con su agua de
espejismos y su riego mental, que es lo que les falta a los constructores:
riego mental. El final, con el constructor muriendo de sed entre las dunas de
la parcela, es ejemplar.
El resto de las historias sigue el mismo patrón, lo
que provoca cansancio en el lector, harto de tanto trapicheo y tanto
desbarajuste ecológico. La editorial Trasvasera-PP,
con sede en la calle Génova, ofrece junto con el libro un DVD de lavado de
cerebro gratuito. Gratuito el DVD, no el lavado de cerebro que, como suele
suceder, se paga muy caro.
Crítico de su Majestad
Dietética para Amador
de
Fernando
Sibaritier
Por medio de supuestos consejos para su hijo
de cinco años, el autor propone al lector una nueva dietética que deje atrás
las papillas y los potitos y se adentre en la cocina del pescado azul y las
legumbres castellanas. Sin transición, sin período de aclimatación, este autor
propugna el abandono de los hábitos culinarios infantiles en favor de un nuevo
tipo de casticismo gastronómico. Con ejemplos tomados de la literatura juvenil:
el jarabe de regaliz de Guillermo Brown, la dieta de tigre de Sandokán, los pasteles
de pulpo del Capitán Nemo, trata el autor de aconsejar a sus infantiles
lectores de la conveniencia de la dieta propia del aquí y ahora.
Aprovechando este dietario
de guardería, se explaya también el autor en la nueva comida de diseño, para la
que tiene palabras elogiosas, pero sin sabor. Sorprende en un autor que no
mucho ha se distinguía por defender la comida basura que se pase tan de repente
a preconizar una dieta basada en las legumbres, el pescado azul y los yogures
desnatados. No nos convence tan drástico cambio, creemos que obedece a
intereses pecuniarios solamente. Aconsejamos su lectura sólo si ésta tiene
lugar comiendo pizza de encargo o hamburguesas plastificadas, que es el futuro,
pese a los vascos y Ferrán Adriá, y este libro.
Edita Alfalfaguara, que
sirve de pesebre para muchos autores ya sin talento pero con talante.
Lambert O’Really
Crítico
de su majestad
Críticas eliterarias:
Un yonqui en la cohorte del rey Arturo
(Análisis lisergicoloquial)
Novela de ficción del joven narrador mellizo Mark Twin que cuenta el hipotético viaje de un yonqui del siglo XX a la medieval Camelot, ciudad amurallada y adelantada del medievo, donde la movida se reunía en la taberna La Tabla Redonda. Allí acudían Lancelot (por cierto, que se ponía ciego de Ginebra) y Sir Gauntlet, e incluso el renombrado Rey Arturo aparecía de vez en cuando por allí. Por medio de una sobredosis de lisérgico, un yonqui neoyorquino rompe la barrera del tiempo cae en un agujero de gusano que le traslada a la antigua Camelot. Aterriza el enganchao sobre un establo, entre caballos, y lamenta el pobre, con mono, que los jacos no fueran otro tipo. Hecho una piltrafa, desaliñado y sucio, sale a las calles de Camelot donde su aspecto, harapiento, no destaca del resto de ciudadanos que pululan por las enfangadas calles. Con temblores de abstinencia se dirige el neo yonquino a un labriego, un campesino de jubón ibérico, y le pide un pico, y el pardal le da una azada. El yonqui sigue su camino hasta que llega a la taberna La Tabla Redonda. Allí pide una Fanta y sírvenle un brebaje de lúpulo inmundo, como a todos. Curioso, Lancelot, apestando a Ginebra, se le arrima y le pregunta de dónde viene. Habla el zagal de Nueva York y los curiosos le responden que no sabían que la vieja York hubiera sido destruida. Preguntado por sus habilidades, el chico entiende debilidades y cuéntales su dependencia del caballo. Tomado por un gran jinete, y ayudado por la embriaguez de los presentes, es nombrado allí mismo caballero y miembro de la cohorte del Rey Arturo, a quien le presentan luego en el castillo. El Rey Arturo, durante la entrevista. no dejaba de mirar con recelo a su bella Ginebra, siempre con el moscardón de Lancelot revoloteando a su alrededor. Cáele en gracia el recién llegado a Arturo y le agasaja. Enterado el rey que en su patria lejana le llamaban yonqui, ordena que le compongan un himno en su honor, compuesto con gaitas y ocarina, himno que con el tiempo pasó a denominarse “Yonqui Doodle”. Así vive regalado un tiempo el trasportado por el idem. Un buen día, el pobre yonqui, mientras paseaba por el extrarradio de Camelot buscando paja reseca o cualquier sustancia fumable o inyectable, vio que una dama estaba a punto de ser violada por Sir Gauntlet, mano derecha de Sir Lancelot y guante izquierdo de metal. El drogota, inocente, le amenaza con decírselo a Arturo. Sir Gauntlet interrumpe su diversión pero le desafía lanzándole el guante izquierdo, que le pega al joven en la ceja, partiéndosela. Impedir, impide la violación, pero gana puntos, doce puntos que han de darle en la ceja en la Cruz Bermeja de Camelot. A partir de ese incidente el yonqui cae en desgracia y pasa a ser despreciado por la movida, que le tacha de yonquijote y comienzan a decirle: “Yonqui go home”, cosa que el pobre enganchao logra al final de la novela merced a un tipo llamado Merlin Leroy, quien tenía una tienda de utensilios de labranza, tienda que era tapadera de un lucrativo negocio de pociones y ungüentos que te hacían viajar. Comedia que su autor, John Stoned, reconoce haber recibido de unos extraterrestres que le abdujeron mientras viajaba a lomos de jaco blanco. Divertida y aleccionadora, la novela se vende con una china de hachís afgano (auténtico).
Lambert O’Really
Crítico de su majestad
Críticas eliterarias
El rojo y el negro
de
Sten Dahl
Ambientada en la época de la caza de
brujas emprendida por el senador McArthy (¿o era Mac Arthur?), la novela narra
la amistad entre un idealista negro y un escritor rojo de ascendencia francesa,
afincado en Hollywood y quien prefiere afrontar la pena de cárcel antes de
denunciar a un amigo negro. Los acusadores McArterroristas (¿o eran
MacArthuristas?) interrogan al guionista rojo con preguntas que enceguecen como
flexos de 100 watios, pretendiendo a toda costa que el escritor rojo implique a
su amigo Denzel Boston, el negro, inmerso en ese momento en una campaña
política que tenía por eslogan “Siente a un negro a su mesa blanca” (“Seat a
bloody nigger y your bloody white table”), un movimiento tendente a derribar
las barreras raciales en base a la bondad culinaria de los ciudadanos
pudientes. El rojo aguanta el interrogatorio y el negro prosigue con su campaña
para que lo inviten a comer. Ha calculado que, aun siendo la receptividad de
los blancos un mero 1%, tiene asegurado el condumio para todos los días de su
vida, eso sin contar con las sobras que puede arramblar de sus invitaciones y
que siempre puede vender en el mercado “negro”. Así, sin ser consciente del mal
trago que su amigo rojo está pasando a manos de funcionarios fundamentalistas,
el negro se aplica al blanco propuesto. Verde de ira, el rojo debe relatar por
enésima vez a los grises interrogadores su cromática visión política. Mientras,
el negro, morado de los convites, palidece al enterarse del marrón que le ha
caído a su amigo rojo. Ducho en gramática parda, el negro visita al rojo, a
quien le pinta un futuro dorado si resiste. Mas para evitar la reja, el rojo
raja y el negro se ve privado de convites y con bates es apaleado y mandado a
prisión, donde se ve enfrentado a los grises interrogadores, quienes aseguran
que no le acusan por motivos racistas, pues para ellos es igual un blanco que
un hijoputa de negro.
Novela algo daltónica que
desentraña las amarillas tendencias de los sindicatos de la verde burocracia
norteamericana. Un nuevo éxito del autor de La cartuja la palma.
Lambert O’Really
Crítico de su
Majestad