domingo, 5 de marzo de 2023

Artistas extravagrandes II

 

El pintor Eduard Munch, cuando se hizo famoso, desarrolló la manía de que los extraños eran policías secretos enviados para seguirlo. Tenía ataques de parálisis, a veces se le dormía una pierna o un brazo. Al final, sus amigos lo llevaron a un hospital a la afueras de Copenhague. Los médicos le diagnosticaron pa­rálisis alcohólica, resultado de los daños que provocó el envenenamiento por alcohol en su sistema nervioso. Después de un tratamiento con baños de barro ca­liente y pequeñas descargas eléctricas, Munch salió de la clínica sobrio por primera vez en el último cuarto de siglo. Se trasladó a Noruega y se instaló en una gran casa en la costa, de la que en muy raras ocasiones salía para vagar por las calles. Cuando su hermana Laura murió, en 1926, Munch presenció el funeral escondido detrás de los árboles del cementerio.