lunes, 3 de diciembre de 2018

La vejez, divino tesoro


La vejez anuncia el polvo que seremos. Es como la imagen de la foto, el barro recubriéndolo todo para luego secarse y hacer más fácil el quebrarse, el resquebrajamiento final. Pocas personas logran envejecer con dignidad. Mal se llevan las arrugas y las canas, la falta de bríos, la falta de curiosidad. Y sin embargo, cuánto mejor ser un joven de ochenta años que un viejo de veinte. Cuando nacemos lloramos en medio del regocijo que nos rodea. Sería imperioso vivir de tal manera que cuando muramos se llore alrededor y nosotros nos alegremos. Pero esa hazaña pocos la consiguen. Y es que no es fácil ser viejo. Pocos saben asumir el paso del tiempo. Se pueden tener arrugas en la cara pero tener el ánimo liso. Eso al menos dijeron los sabios antiguos, cada vez más olvidados y menos añorados, como las nieves de antaño. La vejez, o su lucha contra ella, se ha convertido hoy en un gran negocio, los cirujanos plásticos con sus bisturíes se compinchan con los laboratorios farmacéuticos, las residencias de la tercera edad (cruel eufemismo) con los fabricantes de pagamento dental. Se gasta mucho dinero simplemente para aparentar ser joven. Pero han elegido un camino equivocado. La quimera del rejuvenecer sólo engaña a quien quiere ser engañado. Una mujer anciana cuyo rostro esté tieso por el botox no es ni la mitad de atractiva que una abuela de su edad que viaja, lee, juega con sus nietos y el único maquillaje que usa es el agua fría de la ablución mañanera. ¿Qué hombre, o mujer, que haya alcanzado cierto grado de sabiduría desearía ser más joven? Ninguno. Porque envejecer puede que no sea atractivo, pero es interesante, e inevitable. Descúbrese una etapa nueva, una etapa donde los sentidos que se nos cierran se compensan con nuevos sentidos que se abren, más serenos, más propicios al sosiego, y por ello más cercanos a la sabiduría. Además, nadie ama más la vida que el que sabe que le queda poca. Por eso la reverencian, y no sólo la suya: TODAS.
            Es tiempo de envejecer. ¡Adelante!

Zaragoza, 3 de diciembre de 2018

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