jueves, 23 de octubre de 2014

Führer boxeador



Führer boxeador. Führer cubriéndose o amagando para pegar. Líder histriónico en cualquier caso. ¿Muestra de rabia al enterarse de que La solución final (Die Endlosung) no había sido lograda? “¡Ah, mi exterminio total!” “¿Do mi solución definitiva?” Quizá su actitud se deba a más prosaicas razones, a una mosca molesta, por ejemplo, que no ceja de importunarle y él, temeroso, trata de espantarla. Si el patriotismo, en opinión de Samuel Johnson, es el último refugio de un canalla, el holocausto es el último refugio de un genocida. Hitler, como todos los ultra-nacionalistas, sólo se torna peligroso cuando respira.
            No existe nacionalista que no sea racista, que no se considere (él y su grupo, su clan) superiores a los seres que desprecia y de los que trata de separarse o intenta destruir. Nadie quiere segregarse por considerarse inferior. No es un motivo, éste, de deserción de una comunidad. Y sin embargo, uno percibe en muchos nacionalistas separatistas el estigma de la inferioridad, sea ésta cultural o cerebral. Un hombre inteligente se inclina siempre por la aglutinación. Gustará de las diferencias, sabrá distinguirlas y apreciarlas, pero no hará de ellas un arma de conflicto. El nacionalista, el separatista, necesita encerrarse, excluirse, para no mostrar sus miserias. Pero éstas se ven, quedan expuestas en sus actitudes cerrilles y en lo ruin de sus discursos, unos discursos llenos de lenguaje veterinario (Jon Juaristi dixit). Advertencia: cuando la utopía nacionalista llama, entra por la puerta el terror.
            Ya lo advirtió la Iglesia de los SubGenios: “Sólo hay una raza inferior: ELLOS”. 

Zaragoza, 23.10.14

No hay comentarios:

Publicar un comentario