miércoles, 2 de marzo de 2016

La ciencia es un reino donde el hombre se pierde

La ciencia es un reino donde el hombre se pierde. Creo que lo dijo Jorge Guillén. La ciencia trata de explicar el universo conocido, desentrañar sus leyes, con la esperanza de, encontrada la razón última, explicar (¿justificar?) nuestro pasmo ante la vida. Una noción que creó un nuevo paradigma en la ciencia fue la concepción de Einstein de que la realidad constituía un continuum espacio‑tiempo. Es decir, sin espacio no habría tiempo y sin tiempo no habría espacio, siendo ambos conceptos indisolubles. Es difícil de aprehender esta noción pero sus implicaciones son tan importantes que debería ser obligatorio conocerla. De ella se deriva un gran venero de especulaciones misteriosas. Por ejemplo: ¿Cómo se puede ser un alga, o una medusa, y al mismo tiempo capitel? Pero no desvariemos. Esa foto que a veces se nos presenta: el tiempo detenido sobre un paisaje, parado como una bobina de película, no existe. Sin el concurso del tiempo, que nos hace (y nos deshace), no habría paisaje, ni foto, ni observador. Y el tiempo puro, sin espacio donde recrearlo o imponerse, sería también nada, mera entelequia. Ambos van unidos. Pero sigamos. Según postula la moderna Teoría de Cuerdas (o sea, que no están locas) la realidad que conocemos tendría no las cuatro dimensiones que apreciamos (tres espaciales y una temporal) sino 10 dimensiones (nuevos avances hacen crecer este número a once, pero para nuestro propósito nos bastan diez), de las que en la primigenia Gran Explosión (Big Bang) sólo se desarrollaron cuatro, las que conocemos. Las restantes permanecen con nosotros, pero enrolladas en un espacio de 10-33 centímetros, y por tanto imperceptibles para nuestros sentidos. ¿Qué hubiera sucedido si en vez de cuatro dimensiones se hubieran desarrollado cinco o seis? El mundo no sería como el que conocemos. Es muy posible que en esa alternativa el hombre no hubiera surgido. Y es curioso que cuando nosotros, los humanos, pensamos en un número superior de dimensiones siempre las imaginamos espaciales, siempre las concebimos como pasos más allá del cubo. Sin embargo, podrían darse nuevas dimensiones temporales, o dimensiones de una cualidad ahora inimaginable, una dimensión que fuera la vinculación más rápida entre un riachuelo y la Vía Láctea. Pero eso no lo considera nadie. Quizá porque sea difícil imaginar una segunda dimensión temporal, y no digamos una dimensión de otro tipo. ¿Cómo sería una segunda dimensión temporal? ¿Habitaríamos dos universos a la vez, cada una con un tiempo diferente? ¿Cambiaría la actual flecha del tiempo, que viene avalada por la segunda ley de la termodinámica? Si es difícil imaginarse una cuarta dimensión espacial aún más difícil es imaginarse una segunda dimensión temporal. Ello se debe, sin duda, a que dimensiones espaciales tenemos tres y sabemos cómo se pasa de una a otra: línea, plano, cubo. Y aplicando el proceso nos atrevemos a imaginar lo que se ha llamado el hipercubo o teseracto, que sería un cubo donde sus lados se transforman a su vez en cubos. Sí, otras dimensiones son difíciles de imaginar, pero quizá debamos entrenarnos, por si acaso.


Zaragoza, 2 de marzo de 2016

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