miércoles, 28 de marzo de 2018

La familia


En los días navideños se oye hablar demasiado de la familia, la familia se reúne, la familia se da regalos, la familia contempla unida la estupidez televisiva que infecta las cadenas por estas fechas, juntas comen las uvas y prometen cambios en sus vidas. Menos mal que las fiestas se terminan y uno puede ya olvidarse de la familia, de las promesas, de la buena voluntad para con el prójimo y volver a ser el egoísta de siempre. ¡Qué felicidad! Decía Santayana que la familia es una de las obras de arte de la naturaleza. Santayana no se casó, por lo que se libró de tener suegras, cuñados, yernos, etc. Tampoco tuvo hijos. Él contemplaba este arte de la naturaleza como quien visita un museo, a través de las ventanas de las familias ajenas. Así, cualquiera. En el otro extremo, los árabes tienen un dicho que reza: Un mal pariente es un alacrán. El pueblo árabe es uno de los que más se han ocupado de asuntos de la familia, entre ellos los vínculos familiares siguen siendo muy fuertes. Como ejemplo, sírvannos esta historia:

Entre los prisioneros de guerra que Al Hayáy tomó en sus conquistas, había una mujer árabe que cayó prisionera junto con su esposo, un hijo y un hermano. Al Hayáy le dio a elegir a uno de los tres para salvarle. La mujer respondió: “Esposo no me faltará y aún podré tener hijos, pero ¿dónde conseguir un hermano?”
Conmovido el general muslim por la sabiduría que encerraba la respuesta de la prisionera, ordenó la libertad de los tres.

Pero los árabes también poseen un dicho, algo ambiguo, que dice: ¡Cuántos buenos hijos tenemos que no hemos engendrado nosotros! No sé si se refiere a la infidelidad femenina o a la fraternidad que debe reinar entre los miembros de la tribu. Da igual. Lord Byron, en sus memorias, dejó escrito que si algún día tuviera un hijo varón, le daría la educación más prosaica que pudiera: sería jurista o pirata. ¿Y cuál es la diferencia? Esto de tener hijos, sin embargo, no está bien visto por algunos intelectuales. Cioran, por ejemplo, decía que todos los padres son irresponsables o asesinos, pues en su opinión sólo los animales deberían dedicarse a procrear. Otros, como Aleister Crowley, prefería no esforzarse: “Mi familia son los grandes hombres del pasado”. Ah, pero ¿se puede elegir?

Zaragoza, 28 de marzo de 2018

No hay comentarios:

Publicar un comentario