lunes, 27 de abril de 2020

Críticas eliterarias: Archipiélago Gulash


Críticas eliterarias


Archipiélago Gulash
de
Alexandr SolzeNietzsche

Terrible documento de la realidad sociogastronómica húngara bajo la órbita dictatorial de la URSS. El escritor Alexandr SolzeNietzsche, más pacá del bien y del mal yantar, describe su terrible peregrinaje por los más lóbregos centros restauradores del país de los manjares magiares. Castigado por disidente (atreviose a dudar del carácter curativo del Rusario de la Aurora) a visitar todos los comederos de Hungría y hacer un informe de sus especialidades culinarias, Alexandr SolzeNietzsche recorrió el país armado tan solo con un par de cubiertos, una servilleta y doce permisos oficiales para coger tranvías, hospedarse, usar retretes públicos, acceso a lavativas gratuitas en centros de la Seguridad Social Proletaria, etc. Ni una simple guía Michelinka, de esas con estrellas rojas. A los cuatro meses de peregrinaje gastronómico Alexandr SolzeNietzsche descubrió dos cosas: que su estómago no era tan resistente como creía y que su subconsciente (catalogado de subversivo) odiaba el gulash. En todos los locales donde acude a probar la comida le obsequiaban con el mismo manjar: gulash. Y todos los gulash le sabían igual. La ventaja de la monotonía culinaria era que sus informes podía realizarlos simplemente fotocopiando el anterior, necesitando tan sólo cambiar el nombre del local y la población. Como entre digestión y digestión le quedaba mucho tiempo libre, SolzeNietzsche le dio al magín y llegó a la conclusión de que para aguantar la aberración gastronómica del Hungría, hundida en una desmotivadora uniformidad culinario‑comunista, se necesitaba ser un superhombre con superestómago. Compuso en su peregrinar un libro que tituló Archipiélago Gulash, y subtituló Así comió Zaratustra, libro que, con buen criterio, no se atrevió a enviar a ningún editor oficial, pues no quería pasarse el resto de su vida olisqueando figones. Pero con el mismo buen criterio envió el manuscrito a Suiza, a la editorial Geld für Uns, donde lo publicaron bajo nombre supuesto, su  puesto, por supuesto, resguardado por ese oportuno anonimato.
Impresionante testimonio de este super húngaro condenado a vagar por el Archipiélago Gulash durante casi diez años. Vegetariano impenitente desde entonces, Solzenietzsche prepara en su exilio suizo (los dineros de su obra le permitieron costearse un viaje de ida a occidente) una obra sobre su reciente periplo gastronómico por restaurantes franceses y a la que pretende titular País Croissant.
El prólogo de esta edición de Archipiélago Gulash, a cargo y abono de Karlos Arguiñato, pone un tono de optimismo y colorido culinario a la triste y monótona obra de SolzeNietzsche. Editado por Alfalfaguara, se recomienda tener bicarbonato a mano durante la lectura de esta obra. Libro no recomendable para aquejados de hernia de hiato.

Lambert O’Really

Crítico de su Majestad

No hay comentarios:

Publicar un comentario