miércoles, 18 de marzo de 2015

¿Quién de los dos policías tiene mayor graduación?



¿Podrían ustedes decir a primera vista quién de los dos policías tiene mayor graduación? Fácil, ¿verdad? Nuestra sociedad está reglamentada en grados, niveles, estamentos. Se dan los escalafones en los más humildes oficios, pero apenas los percibimos, se nos han hecho segunda naturaleza. Son vestigios ciertos de un lejano tiempo donde se instauró el imperio diamantino de la jerarquía, cuyo fruto más notorio fue el esclavismo. Cuando se exagera la relación de dependencia, como en el caso de los campesinos rusos que eran “propiedad” de sus señores o los negros que fueron llevados a América como esclavos, se ve claramente la injusticia de la situación. Pero cuando las jerarquías y el poder del escalafón actúan de forma sutil en nuestra vida cotidiana, nadie lo nota. El director ordena a los gerentes, les obliga a trabajar hasta tarde, y el gerente aplica su poder sobre sus empleados. Este sutil sometimiento circula de arriba hacia abajo hasta llegar al final de la escala, normalmente ocupada por trabajadores sin cualificación. Pero ahí tampoco se detiene. El último eslabón jerárquico de cualquier organización laboral tiene familia sobre la que ejercer a su vez el mando, cuando no la tiranía. Pareciera que sería entonces la cónyuge quien recogiera el trofeo del grado inferior de la cadena de ordeno y mando. Pero están los hijos, o la portera del edificio. Y los hijos pueden ampliar el efecto en la escuela sobre algún alumno tímido y apocado, que no podrá sino desahogarse con las hormigas o con moscas a las que quita las alas y arroja a las arañas. Y si pudiéramos adentrarnos en la conciencia y conducta de esos animalillos, bien pudiéramos descubrir que esta cadena de infligir el poder prosigue hasta, quizá, el más pequeño de los protozoos.
            No hay duda, la igualdad es una idea iniciática.

Zaragoza, 18 de marzo de 2015

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