miércoles, 23 de diciembre de 2015

Hoy me siento optimista

Hoy me siento optimista. Si bien hoy no ha muerto ningún dictador importante, ni se han acabado las múltiples guerras que jalonan la geografía de este desquiciado planeta, tengo para mí que han muerto más de cinco mil hijos de perra, gentuza que puteaba a sus vecinos o votaba a la derecha más reaccionaria u oprimía a su familia o simplemente no reciclaba la basura. No quiero saber cuántas personas buenas y decentes han muerto, porque ya he dicho que me siento optimista. ¿Por qué me siento optimista, aparte la razón estadística de defunciones? Pues por cientos de razones. Enumeraré algunas: hoy no he sido contagiado con la gripe que a bien tenga la Organización Mundial de la Salud de amenazarnos, ni con la legionela, ni con la hepatitis B; hoy no he sido despedido de mi empleo; hoy no he sufrido ningún accidente de tráfico, ni doméstico; hoy no me ha asaltado ningún maleante, no me ha adoctrinado un sacerdote o molestado un vendedor telefónico; hoy no le ha ocurrido nada malo a ningún ser querido; hoy he podido comer, vestirme, pagar mis facturas; hoy no he sido víctima de ninguna estafa, si no consideramos como tal la poca rentabilidad de mis ahorros o la factura de la luz; hoy he leído un buen libro y he comprado varios; hoy no se me ha inundado la casa, sobre mi ciudad no amenaza una nube tóxica ni una gota fría; hoy he conversado con unos amigos durante la comida; hoy no ha profanado mi palacio un fementido traidor; hoy mi ordenador funciona correctamente; hoy me he dado una ducha con agua caliente; hoy me ha venido un aroma a nueces de cayú, incienso árabe, y ese olor meloso de calles entoldadas; hoy los vecinos de arriba no han hecho ruido y he podido concentrarme en escribir; hoy no me duele la cabeza (muy importante); hoy he hablado con mi hijo (está fuera) y está bien; hoy he descubierto que no es el amor, sino sus alrededores, lo que vale la pena; hoy me he alegrado con el chiste de Forges; hoy me he reído al menos un par de veces; hoy, finalmente, he escrito este artículo. Y además huele a madreselva y universo.


Zaragoza, 23 de diciembre de 2015

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