lunes, 29 de abril de 2019

Vendarse los ojos con ideologías


Vendarse los ojos con ideologías

El hombre, para gobernar, se venda los ojos con ideologías.
(Nicolás Gómez Dávila)

El concepto de ideología fue acuñado por primera vez alrededor de 1800. El vocablo designó primero el estudio de la formación de las ideas, en su sentido de representaciones mentales y, luego, la corriente filosófica que se consagró a estudiar la materia. Fueron Marx y Engels quienes cincuenta años más tarde imprimieron al concepto de ideología el sentido que en lo esencial posee todavía hoy.
Pero, ¿qué es una ideología? Según Jean-François Revel, la ideología es una triple dispensa: dispensa inte­lectual, dispensa práctica y dispensa moral. La primera consiste en retener sólo los hechos favorables a la tesis que se sostiene, incluso en inventarlos totalmente, y en negar los otros, omitir­los, olvidarlos, impedir que sean conocidos. La dispensa prácti­ca suprime el criterio de la eficacia, quita todo valor de refuta­ción a los fracasos. Una de las funciones de la ideología es, además, y según este pensador conservador francés, fabricar explicaciones que los excusan. 
Para Peter Sloterdijk, la ideología oficial de la cultura superior, en todas sus variedades, quiere hacernos creer que la auténtica historia, aquella de la que merece la pena ocuparse, no tiene más que cuatro o cinco mil años. Así, la ideología se inclina a sus ocultos maestros: los genes.
            El poderío de la ideología, siguiendo de nuevo a  Jean-François Revel, encuentra su mantillo en la falta de curiosidad humana por los hechos. Cuando nos llega una in­formación nueva, reaccionamos ante ella empezando por preguntarnos si va a reforzar o a debilitar nuestro sistema habitual de pensamiento. Si refuerza nuestras opiniones, o prejuicios, la aceptamos gustosos sin más reflexión. Si se opone a nuestra opinión, la rechazamos o la ignoramos. Por esos los líderes políticos no hablan para convencer, no hablan a la otra parte, hablan a los suyos, hablan para reforzar sus creencias.
Sabemos que el hombre siempre ha estado dispuesto no solo a matar sino a morir por buenas, malas o completamente fútiles causas. Y una de ellas es la ideología de cualquier signo. Una enfermedad que prende siempre en los más jóvenes. Los mayores, los ancianos están vacunados… casi siempre. Como bien dijera el colombiano Nicolás Gómez Dávila: “Las ideologías se inventaron para que pueda opinar el que no piensa”. Más contundente se mostraba Rafael Sánchez Ferlosio: “Sin ideología, ninguna guerra”.
Terminemos esta digresión con lo que dijera un sabio: “Un tonto de pie ve más lejos que un intelectual sentado”. Y no olvidemos que los intelectuales son, en general, los diseñadores de ideologías y, en particular, sus más ardientes propagadores.

Zaragoza, 29.04.19

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