martes, 12 de mayo de 2015

¿Lavar y cortar?

Cada vez son más los que cuidan su aspecto, cada vez son más rebuscadas las técnicas y mercadotecnia para atraer clientela. No sería de extrañar que ya hubiera tiendas de peluquería dónde puedan darse situaciones como la que muestra la foto de la izquierda, con claro sabor sadomasoquista. Acudirán allí las bellas para lavar y marcar, cortar y azotar.
            Esta tendencia a cuidar el aspecto externo ha alcanzado también a los hombres. Las peluquerías de caballeros se han convertido en centros de estilismo y, después de lavarte el pelo, te dan un muestrario con fotos de diversos tipos de corte, normalmente efectuados sobre las cabezas de jóvenes guapos de morenez adriática. Y cuando le dices a la chica que te atiende que tú quieres uno normal, como el de toda la vida, te mira desdeñosa (en los últimos tiempos sólo me atienden señoritas, aunque la peluquería sea de caballeros). No dándose por vencidas, mientras te rapan no dejan de hacer alusión a tu pelo fino e informarte que ellos venden lociones vigorizantes, o si muestras ligera alopecia, te publicitan otro producto que la evita e incluso regenera el pelo. Y tú sigues diciendo que no, que el miedo a la calvicie es una bêtise bourgeoise (tontería burguesa), que a ti no te importa quedarte calvo.
Y al final, cuando te ofrecen gomina para el pelo o perfume, y te vuelves a negar, puedes dar por seguro que acabas de ingresar en la lista negra del establecimiento. Y cuando dejas la peluquería, al menos en mi caso, sólo tienes ganas de ir a casa y ducharte para quitarte la fijeza de un moldeado hecho con secador y que le da a tu pelo un aspecto antinatural. Auguro que llegará a tales extremos el cuidado del cuerpo masculino que, como muestra la segunda foto, acudiremos a peluqueros especializados en esos pelos que hoy sólo mostramos al pozo de agua del inodoro o a la loza del bidé.


Zaragoza, 13 de mayo de 2014

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